Confieso que sólo conocía el hockey y el patinaje; sin embargo, siguiendo la transmisión televisiva fui descubriendo una variedad de disciplinas; muchas ajenas totalmente a nuestra realidad.
Hubo una en particular que atrajo toda mi atención: el curling. No consiste en patear una pelota, tampoco en manipular una raqueta ni en hacer movimientos arriesgados. Es un deporte totalmente diferente; exige estrategia, serenidad y una puntería única.
Al ver la emocionante final en que las canadienses pierden la medalla de oro por un error de su capitana me vino a cabeza unas reflexiones… cuan diferentes y diversos somos los seres humanos… cuánto ignoramos de nosotros mismos… cuánto aprovechamos de esa diversidad y cuánto desconocemos y destruimos.
Nos privamos de experimentar otras formas de expresión humana, de comprensión humana. Nos limitamos simplemente a nuestra realidad. No vemos más haya. Ello nos lleva a no apreciar lo ajeno, a considerarlo de menor valor. Se me viene la imagen de los pueblos amazónicos siendo acribillados en la Curva del Diablo. ¡Cuánta incomprensión! Estamos destruyendo esa multiculturalidad; las formas de vida de todos los pueblos se ven amenazadas con esta ignorancia.
Recuerdo la imagen del profesor Manuel Ríos afirmando que el gran mecanismo para el mantenimiento de la vida en la tierra es su diversidad. A más formas diferentes de vida, más posibilidades de respuesta ante un proceso de extinción. Eso también se aplica a la diversidad humana. A más culturas, cosmovisiones; más posibilidades de respuesta ante los problemas que afronta y afrontará la humanidad. Por esto es deber conocer, comprender, valorar e incluir todas las formas de expresión del ser humano.
Cuidemos nuestra diversidad cultural, humana.